domingo, 6 de noviembre de 2011

Toco madera.


No lo entiendo, lo juro, no entiendo como una mujer puede dar tantas libertades a un tipo que suele hacerle infinidades de patanerias; que se comporta como un perfecto imbécil y que sólo despotrica infinidad de estupideces por la boca. . . y todavía, como si no fuera suficiente, él hace que ella la que por único defecto y error irrefutable de amarlo tan perdidamente, termina por aceptar un error que nunca cometió. Y no terminando ahí el asunto, y siendo ella consiente de todas las barbaridades recibidas por éste individuo, duerme todas las noches con la esperanza de que algún día "cambiará" . . . suena estúpida esta historia (que me encantaría que fuera sólo eso) pero lamentablemente es una realidad alterna. . . y juro por dios que no lo voy a llegar a entender jamás. . .